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Ficus carica

Higuera

Higuera (cast.); figuera (cat.); pikotze (eusk.); figueira (gall.); figueira (port.); common fig, fig (ing.).

Autóctona

¿SABÍAS QUE…? Su látex se ha usado para curar verrugas, ablandar callos, combatir las caries y cuajar la leche.

DESCRIPCIÓN

Se trata de un arbusto o árbol pequeño que rara vez sobrepasa los 5 o 6 m. Su tronco es gris ceniza y liso, como la pata de un elefante, pero a menudo se presenta tortuoso. Las hojas son simples, alternas, caducas, ásperas al tacto y palmeadas con 3-5 lóbulos, normalmente irregulares, lo que las hace asimétricas. El contorno de los lóbulos puede ser liso o dentado. Además tienen látex, que se observa muy bien al tronchar el rabillo de la hoja. La floración y fructificación se produce en el verano. Existen ejemplares cuyas flores masculinas no son funcionales, y por tanto actúan como hembras con gran producción de fruto; otros de flores femeninas no funcionales y que actúan como individuos machos que no producen higos; los hay que producen higos sin polinización (de forma asexual), y todas las situaciones intermedias. Por otro lado, el fruto, llamado higo o breva, mide hasta 8 cm de longitud, es globoso o piriforme, de color verde, verde-amarillento o morado, y es de pulpa carnosa y dulce.

ECOLOGÍA

Especie indiferente al sustrato, aunque prefiere los suelos secos, profundos y soleados, siempre que no le falte humedad en el subsuelo. También la podemos encontrar en grietas de rocas y en los muros de antiguas construcciones, a las que puede dañar con sus raíces. Se distribuye desde el nivel del mar hasta los 1700 m de altitud.

DISTRIBUCIÓN

Debido a su extensión como planta de cultivo desde antiguo, no se conoce su origen exacto, aunque parece proceder de la cuenca mediterránea. Actualmente se distribuye por el sur de Europa, norte de África y el centro occidental asiático, con numerosas variedades y razas de cultivo.

MÁS INFORMACIÓN

La principal utilidad de la higuera se debe a sus frutos, higos o brevas, ya que su madera es de mala calidad. Así nos lo recuerdan los dichos populares españoles: «Tronco de higuera, mala madera»; «De leña de higuera, mala hoguera»; «Leña de higuera, córtela mi hijo y quémela mi nuera».

Las hojas se han utilizado como forraje para el ganado, para acolchar verduras y frutas en cajas, envolver los quesos como el de cabrales y lijar botijos.

Los higos producen soltura de tripas. Se comen crudos, confitados, secos o en bloques formando lo que se denomina «pan de higo».

En realidad higos y brevas son la misma fruta. Sólo les diferencia la época de maduración. Otro dicho versa: «En buen tiempo, San Andrés guarda los higos para él» (San Andrés es el 30 de noviembre). Las primeras que salen son las brevas, pero hay variedades que dan dos fructificaciones en el año y a las más tardías se las denomina higos. De ahí proviene el dicho popular «De higos a brevas», que alude a un periodo muy largo de tiempo.

Una expresión en castellano dice: «Estar en la higuera», que se refiere a estar despistado. También se dice: «No caerá esa breva», aludiendo a que no se tendrá suerte. Otra expresión en catalán versa: «Estar tou com una figa», que significa estar muy manoseado. Si decimos: «No dársele a uno una higa», es para dar poca importancia o despreciar algo. Así, el novelista catalán Eduardo Mendoza, en Mauricio o las elecciones primarias, escribe: «Como puede suponer, a mí el asunto se me da una higa».

Una leyenda dice que Judas se ahorcó colgándose de una higuera; de manera que a este árbol a veces se le denomina ‘higuera maldita’ y, por este hecho y porque su madera se astilla con facilidad, se dice también «es más falso que una rama de higuera».

Además de los numerosos refranes y dichos populares, en la literatura no faltan las referencias a la higuera en obras de autores conocidos. Juan Ramón Jiménez la describe en Platero y yo, mientras que Cervantes, en El Quijote, la pone en boca de sus personajes al menos seis veces.

El escritor argentino Jorge Luis Borges, en Historia universal de la infamia, escribió: «Así se fueron dilatando los árabes por el reino de Andalucía, con sus higueras y praderas regadas en las que no se sufre de sed».

El novelista y filósofo francés Albert Camus, en El Extranjero, también aludió a esta planta: «Sobre las higueras que bordeaban la calle el cielo estaba límpido, pero sin brillo».

En el siglo XIII el filósofo y teólogo mallorquín Raimundo Lulio escribió en sus proverbios de El árbol ejemplificado: «No quería el rey comer higos porque los cerdos los comían». «Dijeron las cerezas a los higos que ellas venían primero, y dijeron los higos que ellos eran más deseados que las cerezas».

Y el novelista vallisoletano Miguel Delibes, en Tres pájaros de cuenta, describe: «Junto a la tapia se alza una higuera silvestre, de grandes hojas, que me permitió hacer un escondedero desde donde poder observar el nido sin ser visto».

Es uno de los árboles frutales de mayor tradición histórica, pues no sólo aparece en el Antiguo Testamento como símbolo de abundancia de la Tierra Prometida, sino que se conoce de una pintura egipcia de hace más de 4500 años donde aparece la recogida de higos.

Ficus es el nombre que le daban los romanos a la higuera cultivada; carica alude a una región de Asia Menor denominada Caria, de donde eran famosos sus higos.