Roble melojo, melojo, rebollo (cast.); roure reboll (cat.); ametza (eusk.); carballo negro (gall.); carvalho-negral (port.); Pyrenean oak (ing.).
Este roble se ha explotado mucho por su madera para leña y para elaborar carbón vegetal, pero también se ha usado en la industria naval y en la construcción. Y como en muchas especies del género, la corteza y las agallas sirven para curtir pieles por ser ricas en taninos.
Los frutos de los robles a veces se llegan a confundir con unas excrecencias denominadas agallas. El verdadero fruto es la bellota, que es un fruto seco característico del género Quercus, al que le acompaña una cubierta leñosa llamada cúpula o cascabillo que lo cubre parcialmente como si fuera una boina. Las agallas pueden ser de muchos tipos, pero las más características del melojo y de los quejigos tienen forma globosa. Se trata de malformaciones que origina el propio árbol como defensa ante el ataque de insectos himenópteros (un tipo de avispillas) que depositan un huevo en las yemas o brotes tiernos. La planta reacciona y forma una tumoración, de tal manera que sus tejidos envuelven y aíslan al parásito formando la agalla. El huevo eclosiona y la larva queda protegida y rodeada de alimento. Después de la metamorfosis, el insecto ya adulto sale por un agujerito que él mismo horada y la agalla se seca.
Este árbol aparece en los catálogos de plantas amenazadas y protegidas de las comunidades de Andalucía, Castilla-La Mancha, Castilla y León, y Valencia.
Quercus era el nombre romano de los robles en general y de su madera, y por extensión de todos los árboles que producen bellota. El origen del vocablo es celta y significa ‘árbol hermoso’. El epíteto pyrenaica alude a su origen, pero en realidad allí es muy escaso. Esto se debe a que el botánico alemán que describió la especie, Ludwig von Willdenow, tenía unas etiquetas con esa procedencia y no tuvo en cuenta su distribución general.