Listado de especies

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Ilex aquifolium

Acebo

Acebo (cast.); grèvol (cat.); gorosti, gorostia (eusk.); acibo, acebiño (gall,); azevinho (port.); holly, common holly, English holly, European holly (ing.).

Autóctona

«El suelo estaba duro como el hierro, la escarcha permanecía rígida al rozar los acebos, los carámbanos tintineaban y relucían al caer».

‘Las desventuras de John Nicholson’, Robert Louis Stevenson

DESCRIPCIÓN

El acebo tiene el porte de un arbusto muy denso y ramoso o el de un árbol que alcanza hasta los 12 m de talla. La corteza y ramas son grises y lisas. Las hojas son persistentes, simples, alternas, más o menos ovaladas y en general con el margen lleno de espinas. Miden hasta 8 cm de largo, son verde-oscuras y lampiñas por ambas caras, lo que las diferencia de las de la coscoja (Quercus coccifera L.), que son mucho más pequeñas y claritas, o de las de la encina, que son algo menores y tienen el envés aterciopelado. Tanto encinas como coscojas viven en ambientes mucho más secos que el acebo. Hay ejemplares macho y ejemplares hembra. Los machos tienen unas flores blanquecinas que suelen pasar desapercibidas, pero las hembras, tras la fecundación, producen unos frutos globosos del tamaño de un guisante, que son verdes al principio y tornan al rojo intenso al madurar.

ECOLOGÍA

A este arbolito lo encontramos formando rodales más o menos densos e impenetrables, pero más frecuente es verlo como acompañante de bosques de hoja caduca (robledales, hayedos, castañares…) o perennifolios húmedos (tejedas, pinares e incluso encinares en situaciones abrigadas y con suficiente humedad y sombra). Es indiferente al tipo de suelo pero se da mejor en los ácidos. El dosel de hojas de sus formaciones tiene una importancia muy considerable en los ecosistemas, ya que mantiene unas condiciones de temperatura y humedad más suaves en su interior que favorecen el refugio de numerosos animales en invierno. Estos, además, se benefician de sus frutos como alimento.

DISTRIBUCIÓN

El acebo es una planta centroeuropea y mediterránea, que no llega muy al norte en Europa. También se encuentra en el noroeste de África y sureste de Asia. En la Península es más abundante en la zona septentrional y a medida que se desciende en latitud se va acantonando en las serranías y áreas montañosas.

MÁS INFORMACIÓN

La madera de acebo es de muy buena calidad, dura y tan densa que no flota en el agua, por lo que no sería útil en la industria naval. Es apreciada por los ebanistas para elaborar mangos, culatas de armas y por teñirse bien de negro e imitar a la de ébano; además es muy estimada como leña, para hacer carbón y por los pastores para confeccionar bastones resistentes. En este sentido, Miguel de Cervantes cuenta en el cap. XIII de El Quijote: «Venían unos pastores hacia ellos y traía cada uno un grueso bastón de acebo en la mano…». Y el poeta y militar toledano Garcilaso de la Vega en sus poesías escribe: «Allá dentro en el fondo está un mancebo, / de laurel coronado y en la mano / un palo, propio como yo, de acebo».

Sus hojas se usan como forraje del ganado en invierno y sobre todo como adorno navideño, especialmente si vienen acompañadas de los frutos maduros rojos. Esta práctica al parecer está originada al asociarse simbólicamente la corona de espinas de Cristo con sus hojas puntiagudas y las gotas de sangre con sus frutos rojos. Además, con su corteza se prepara la liga, una goma empleada en la captura de pájaros, actualmente prohibida para este fin. El acebo también se usa mucho como planta ornamental, aguanta muy bien la poda y tiene numerosas variedades de jardinería que realzan las espinas o matizan su verde intenso con bordes o manchas blancas o amarillas.

El acebo está protegido en todo el territorio por las legislaciones andorrana, española y portuguesa. Además, aparece en los catálogos de especies protegidas o amenazadas de numerosas comunidades autónomas españolas. Si se va a usar como decoración navideña, conviene asegurarse de que procede de viveros o de que su explotación es sostenible y legal.

Ilex era el nombre romano de la encina y de la coscoja y el naturalista sueco Linneo se lo asignó al acebo por el parecido de sus hojas; aquifolium quiere decir ‘hoja con espinas’.