Nogal, noguera (cast.); noguer, noguera (cat.); intxaurrondoa (eusk.); nogueira (gall.); nogueira (port.); Persian walnut, English walnut, common walnut, California walnut (ing.).
«Por San Gil, nogueras a sacudir»; «Por San Urbán, vendimia tu nogal»; «Por San Mateo, los nogales apaleo».
(Refranes populares españoles)El nogal es un árbol muy importante desde el punto de vista comercial. Su madera es, junto con la del cerezo, la más apreciada de los árboles ibéricos, al punto de que en muchos lugares se han perdido ejemplares monumentales porque los ojeadores los compraban por poco dinero a campesinos que los tenían en sus tierras. Acerca de esta práctica, en Nuevo viaje de España. La ruta de los foramontanos, el escritor y periodista Víctor de la Serna escribe: «Los bosques de nogales bajan de las lomas hacia los cuatro valles. Los nogales de Combarco y Aniezo, al pie de Peña Sagra, son verdaderos aristócratas del Gotha maderero para los ebanistas famosos de París. En el hostal de los Picos de Europa (excelente ternera) había anoche un matrimonio francés que salía esta mañana temprano para comprar nogales en Combarco y en Oseja de Sajambre».
Con su madera se elaboran piezas de lujo, planchas, paneles, salpicaderos de autos, culatas de escopetas y revólveres, etc., y son famosos los retablos y coros de muchas catedrales hechos exclusivamente con ella.
Además está el valor de sus frutos. Actualmente China y EEUU son los principales productores de nueces, que son muy nutritivas y energéticas y tienen fama de retrasar el envejecimiento, reducir el colesterol, aumentar la potencia sexual y favorecer la memoria. Esto último quizá se deba a la antigua ‘teoría de las signaturas’, en la que el parecido de las plantas o sus partes con órganos del cuerpo humano —la nuez se asemejaría al cerebro— se asociaba a una virtud que mejoraba o sanaba esa parte del organismo.
Pero para creencias la que, extendida y arraigada en muchos lugares, dice que no se puede dormir bajo la sombra de un nogal porque se enferma o duele la cabeza. Más bien el ambiente húmedo y fresco puede provocar un enfriamiento después de la siesta. Esto ya lo consideró el escritor romano Plinio el Viejo en el libro XVII de su Naturalis Historia. Los primeros versos de La sombra del nogal, del escritor cántabro Gerardo Diego, también hablan de ello:
«La sombra del nogal es peligrosa
tupido en el octubre como bóveda
como cúpula inmóvil
nos cobija e invita
a su caricia fresca
y van cayendo frutos uno a uno
torturados cerebros nueces nueces.
Por las noches
sombra de luna muerta da el nogal
y van suicidándose una a una
sus hojas quejumbrosas…».
Cuando son jóvenes las nueces sirven para preparar licores como la ratafía catalana, y de su semilla se extrae un aceite que antiguamente era usado en la iluminación, aunque también sirve para cocinar, preparar jabones, barnices y, en medicina, para expulsar las lombrices (vermífugo).
Las hojas maceradas son desinfectantes y los taninos de la cubierta de las nueces sirven para curtir la piel y obtener la nogalina, usada como barniz para dar un tono oscuro y proteger la madera.
El escritor modernista Ramón María del Valle Inclán, en Flor de santidad, escribió: «A espaldas de la iglesia estaba la fuente, sombreada por un nogal, que acaso contaba la edad de las campanas y, bajo la luz blanca de la luna, la copa oscura del árbol extendíase, patriarcal y clemente, sobre las aguas verdeantes, que parecían murmurar un cuento de brujas».
El diplomático y escritor cordobés Juan Valera, en su novela Pepita Jiménez, describe lo siguiente: «Dan sombra a estas sendas pomposos y gigantescos nogales, higueras, otros árboles, y forman los vallados de zarzamora, el rosal, el granado y la madreselva».
El novelista estadounidense Noah Gordon, en El último judío, narra: «El cayado que había heredado de Jerónimo Pico se encontraba en muy mal estado, por lo que una mañana cortó una fuerte rama de nogal, cuyo extremo estaba naturalmente curvado. La descortezó con sumo cuidado y labró en ella un dibujo imitando el diseño geométrico que los artesanos moros habían utilizado en la sinagoga de Toledo».
En el lenguaje popular es conocida la expresión «es más el ruido que las nueces», que indica que algo no es tan importante como se supone en principio. Unos refranes castellanos dicen: «Quien nogal pone, su fruto no come»; «Sabe el que planta noguera que comer de ella no espera». Otros vascos afirman: «Urrutiko intxaurrak amalau, berta ratu ta lau» (los nogales lejanos parecen catorce, pero te acercas y son cuatro); «Txiorak dirudi intxausti, guztiok arika beti» (el pobre parece un nogal, todos le apedrean siempre).
De la misma familia, Flora iberica considera el nogal chino (Pterocarya stenoptera C. DC) especie asilvestrada, pero su presencia fuera de su uso ornamental es solo puntual en los ríos Ibaizábal y Deva, en el País Vasco.
Juglans es el nombre latino del nogal y su fruto, la nuez, que a su vez es una contracción lingüística de jovis glans, que quiere decir ‘bellota de Júpiter’, en alusión a las nueces. El epíteto específico regia significa ‘real’ y alude a su majestuoso porte.