Pino resinero, pino rodeno, pino marítimo, pino negral (cast.); pinastre, pi marítim (cat.); itsas pinua (eusk.); piñeiro bravo (gall.); pinheiro-bravo (port.); maritime pine, cluster pine (ing.).
«… y recuerdo otro viaje / hacia las tierras del Duero. / Otro viaje de ayer / por la tierra castellana / —¡pinos del amanecer / entre Almazán y Quintana!—».
‘Otro viaje’, Antonio MachadoEl pino resinero es el principal productor de resina para la elaboración de pegamentos, aunque también se han explotado en menor medida los pinos carrasco y negral. Se trata de una tarea que debe ser realizada por especialistas para que el árbol no sufra en exceso y el rendimiento sea óptimo. Al pino se le hacen una serie de incisiones longitudinales en el tronco para que mane la resina, que gracias a una cuña metálica cae sobre unos potes o tiestos de barro o plástico sujetos por un clavo. Luego se vierten en bidones que ya pueden ser transportados por caballerizas o camiones para su procesamiento.
Por destilación de la resina se obtiene esencia de trementina, que es el verdadero aguarrás, de color ambarino y más caro que los sustitutos que se comercializan como disolventes. Otro de los productos resultantes es la colofonia, usada en la elaboración de barnices, tintes, pomadas y en perfumería para mantener más tiempo el aroma antes de que se evapore. Como residuo al quemar astillas resinosas se obtiene la pez, una brea o alquitrán que aún se utiliza para la impermeabilización de botas, cueros y barricas para el vino. Antiguamente se usaba para el calafateado de los barcos de madera. Se calentaba la pez y se echaba en las uniones de los tablones introduciendo fibras vegetales como la estopa, de tal manera que al enfriarse se quedaban selladas y se evitaban fugas de agua. La propia resina seca se vende para suavizar la fibra de los arcos de instrumentos de cuerda como violines, violas y contrabajos. La industria de la resina había caído en desuso, pero en los últimos tiempos se está recuperando como alternativa económica en muchas áreas rurales con explotaciones de pino resinero. Un viejo refrán castellano nos recuerda que «Alcornocales y pinares, plantaciones industriales».
Todos los pinos y muchas especies emparentadas como enebros, sabinas, cipreses, etc., producen resina, y es el pino resinero el que mayor cantidad produce.
En la literatura hay numerosas referencias a este árbol o a sus usos. Por ejemplo, el escritor gallego Camilo José Cela, en su cuento Las andanzas del pequeño veraneante, escribió sobre la resina: «Una sensación de sosiego —una pegajosa, adherente sensación de sosiego que parecía resina— caía lenta, del tupido pinar».
También la menciona el escritor francés Julio Verne en sus novelas. En La vuelta al mundo en ochenta días escribió: «Y allí, a la luz de las antorchas de hierro impregnadas de resina, apercibieron un montón de leña apilada». Y en Escuela de robinsones: «Los del profesor estaban vacíos o poco menos. No contenían más que algunas cuerdas de reservas para su violín y un pedazo de resina preparada para su arco». Este mismo autor habla, en Veinte mil leguas de viaje submarino, del pino marítimo, otro de los numerosos nombres comunes de esta especie: «El mediterráneo, el mar azul por excelencia, el gran mar de los hebreos; el mar de los griegos, el mare nostrum de los romanos; bordeado de naranjos, de áloes, de pinos marítimos; embalsamado por el perfume de los mirtos…».
Finalmente, en La sombra del ciprés es alargada, el escritor vallisoletano Miguel Delibes escribió: «Sí, de todos modos prefiero descansar bajo el aroma de un pino. Su sombra es otra cosa, más redonda, más repleta, más humana. […] El pino estaba más tripudo que nunca y la chicharra no cesaba de cantar. Nuestros nombres, impresos en la corteza, iban creciendo de conformidad con el desarrollo del pino».
El pino resinero aparece en los catálogos de flora protegida y amenazada de las comunidades de Baleares, Castilla-La Mancha y Murcia.
Pinus era el nombre latino de los pinos, que se asignaba principalmente al piñonero y a su madera; pinaster es un nombre latino que se asignaba a un pino silvestre cuyo sufijo -aster denota imperfección.