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Quercus ilex

Encina, carrasca

Encina, carrasca, chaparro (cast.); alzina (cat.); artea (eusk.); aciñeira (gall.); azinheira (port.); holm oak, holly oak, evergreen oak (ing.).

Autóctona

¿SABÍAS QUE…? La encina es el árbol más representativo de la Península Ibérica.

DESCRIPCIÓN

Árbol de porte variable, copa densa y tronco grueso y oscuro. Sus hojas son persistentes, alternas, de haz verde oscuro y envés cubierto de un denso tomento blanquecino, de aspecto aterciopelado. Las flores nacen en primavera agrupadas en ramillos colgantes (amentos) de color amarillo-ocre, y sus frutos (bellotas) pueden ser dulces o amargos. Flora iberica diferencia dos tipos generales:

Quercus ilex L. subsp. ballota (Desf.) Samp. (= Quercus rotundifolia Lam.). Alcanza hasta 15 m y tiene la copa redondeada. Las hojas normalmente son elípticas o redondeadas, de hasta 6 cm de largo y a menudo de margen pinchoso.

Quercus ilex L. subsp. ilex. Alcanza hasta 25 m y la copa es más alargada y menos densa. Las hojas son en general lanceoladas o elípticas, de hasta 9 cm de largo. El margen suele ser dentado o entero y raramente son pinchosas.

ECOLOGÍA

La encina es la especie más característica de los bosques mediterráneos, es indiferente al tipo de suelo y crece desde el nivel del mar hasta los 1300-1400 m, si bien excepcionalmente alcanza los 2000 m. La subsp. ballota suele formar masas puras y habita allá donde las diferencias de temperatura son más acusadas (clima continental), soportando mejor las heladas y las sequías prolongadas. La subsp. ilex aparece en zonas de clima más húmedo, templado y costero, sin penetrar mucho al interior, y prefiere los suelos calizos. Aunque forma también masas puras, estos encinares son más ricos porque hay más especies acompañantes.

DISTRIBUCIÓN

La especie habita en toda la región mediterránea; sin embargo, la subsp. ballota se distribuye por toda la Península, sobre todo por el interior, mientras que la subsp. ilex se distribuye por las zonas más cercanas a la costa cantábrica y mediterránea (Baleares y desde Cataluña hasta Almería). No obstante, en las áreas donde solapan, se hibridan, y los caracteres diferenciadores se diluyen.

MÁS INFORMACIÓN

Un árbol tan abundante y característico ha hecho que tenga un sinfín de utilidades en nuestro territorio. Se podría decir que es tan completo como el cerdo, del que se aprovecha todo, y curiosamente sus bellotas son las que confieren a los embutidos ese regusto especial que los hace tan preciados. No en vano el calificativo ‘de bellota’ —dicho no precisamente a una persona— indica calidad y exquisitez. Pero hay que recordar que antes de que la patata, de origen americano, se popularizara como la base de la alimentación humana, en la Península Ibérica el complemento alimenticio más característico eran las bellotas y castañas. A veces denigradas, son sin embargo muy nutritivas consumidas en fresco o asadas aunque generen aerofagia. Recordemos los versos del dramaturgo y poeta cordobés Luis de Góngora en Ándeme yo caliente y ríase la gente:

«Cuando cubra las montañas
de blanca nieve el enero,
tenga yo lleno el brasero
de bellotas y castañas,
y quien las dulces patrañas
del Rey que rabió me cuente,
y ríase la gente».

La madera es densa, dura y de muy buena calidad, excelente como combustible y carbón vegetal. Por su resistencia a los golpes y a la putrefacción se usa para elaborar los badajos de los cencerros o piezas que van a estar sometidas a la humedad. Su corteza se ha usado para curtir las pieles por ser rica en taninos.

La encina aparece citada en la Biblia (Gn 13,18): «Entonces Abram mudó su tienda, y vino y habitó en el encinar de Mamre, que está en Hebrón, y edificó allí un altar al Señor». Entre las numerosas citas y descripciones que, en general, hay en la cultura, quizá sea el poema Las encinas, del poeta y escritor Antonio Machado, la más conocida:

«¡Encinares castellanos
en laderas y altozanos,
serrijones y colinas
llenos de oscura maleza,
encinas, pardas encinas:
humildad y fortaleza!...».

Encinas a las que el escritor y filósofo Miguel de Unamuno enalteció como nadie:

«Encinas de verdor perenne y prieto
que guardáis el secreto
de madurez eterna de Castilla,
podada maravillosa
de sosiego copudo;
encinas silenciosas
de corazón nervudo…»;

«En este mar de encinas castellano
los siglos resbalaron con sosiego
lejos de las tormentas de la historia,
lejos del sueño…»;

«La encina grave
de hoja oscura y perenne
que siente inmoble
la caricia del aire».

Existe una especie muy afín a la encina con la que a veces se confunde, pues su ecología es similar. Se trata de la coscoja (Quercus coccifera L.), que sólo en ocasiones adquiere el porte de árbol.

La subsp. ballota aparece en los catálogos de flora protegida de las comunidades autónomas de Asturias, Murcia y Valencia.

Quercus era el nombre romano de los robles en general y de su madera, y por extensión de todos los árboles que producen bellota. El origen del vocablo es celta y significa ‘árbol hermoso’. El epíteto ilex era el nombre que le daban también los romanos a la encina. En el caso de ballota, deriva del árabeball?ta, que es el nombre de la encina y que en castellano asignamos al fruto de todas las especies del género.