Cornejo, sanguino (cast.); cornell, sanguinyol (cat.); zuhandor arrunt, zuhandorra (eusk.); sangomiño, sambuguiño (gall.); sanguinho-legítimo (port.); common dogwood (ing.).
La madera del cornejo tiene un tono crema-rosado, es de una calidad excelente, muy dura y resistente, buena para fabricar pequeños objetos como instrumentos musicales, mangos y piezas pequeñas torneadas. Además, es de alta calidad para hacer carbón vegetal. Las ramillas nuevas son muy largas y flexibles, parecidas a las de los sauces, por lo que se han usado también en cestería y como tutores en jardinería.
Lo vistoso de su cambio de color en otoño al rojo vinoso, su floración blanca y frutos negros ha hecho que muchas de sus variedades y otras especies del género se reproduzcan en viveros para jardinería y se vean con frecuencia en parques, paseos y jardines. Por otro lado, en algunas zonas del norte de Palencia y Burgos se usa como seto vivo para delimitar las propiedades.
Sus frutos no son comestibles para el ser humano, pues pueden provocar vómitos, pero sí son apreciados por aves y otros mamíferos, que dispersan sus semillas con las heces y favorecen la propagación de la especie. Eso sí, contienen malato cálcico, que se emplea en la industria alimentaria para disminuir la acidez de los alimentos. En algunos pueblos del norte palentino se usó el aceite de sus semillas para elaborar jabón y como combustible en lámparas. Las hojas y la corteza se han empleado para cortar la diarrea (astringentes), para bajar la fiebre (febrífugas) y, por su contenido en ácido salicílico, al igual que los sauces, para reducir los dolores (analgésicas). Por otro lado, hay una infundada creencia popular en Galicia sobre el sambuguiño, por la que se le atribuyen propiedades antirrábicas y por tanto también es conocido como el ‘árbol de la rabia’.
Una especie muy afín y que se usa mucho en jardinería es el cornejo macho (Cornus mas L.), arbolillo originario de Europa y el sudoeste de Asia. No llega a la Península, pues tiene uno de sus límites de distribución occidental en la vertiente norte de Pirineos. Sus frutos maduros son rojos y comestibles, y con ellos se elaboran compotas, jarabes y licores. Tiene el honor de ser nombrado por Homero en sus poemas. Según la mitología griega, Roma fue fundada en el lugar donde golpeó en tierra la jabalina de madera de cornejo lanzada por Rómulo, y un bosque de estos cornejos estaba consagrado al dios Apolo en el monte Ida, en Karneios. Los griegos lo talaron para construir el caballo de madera con el que derrotaron a los troyanos. Tal fue la rabia que le entró a este dios, que en expiación de semejante sacrilegio los griegos instituyeron la fiesta del Karneios, consagrándola a Apolo.
El cornejo figura en la Lista Roja de la flora vascular de Andalucía por su escasez, aunque no está amenazado.
El nombre genérico de Cornus es el nombre latino de los cornejos y deriva de la voz griega krános, cerezo, por la similitud de los frutos del cornejo macho. El epíteto específico sanguinea alude al tono rojo sangre que adquieren sus hojas en otoño.