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Cornus sanguinea

Cornejo, sanguino

Cornejo, sanguino (cast.); cornell, sanguinyol (cat.); zuhandor arrunt, zuhandorra (eusk.); sangomiño, sambuguiño (gall.); sanguinho-legítimo (port.); common dogwood (ing.).

Autóctona

¿SABÍAS QUE…? Ötzi, el ‘hombre de hielo’ que fue asesinado hace 5300 años y se encontró en el glaciar de los Alpes de Ötzal, llevaba una larga vara de tejo y flechas de sanguino.

DESCRIPCIÓN

El cornejo es un arbusto grande que a veces se convierte en un arbolito que sobrepasa los 5 m. Las hojas son caducas, simples, opuestas, ovaladas o elípticas, de margen entero y terminadas en punta, donde además se marcan muy bien los nervios. Mientras el haz es liso, el envés es un poco áspero debido a los pelillos que posee. Miden hasta 9 cm de largo por 6 cm de ancho y tienen un rabillo largo. El tono verde de primavera y verano se torna de color rojo vino hacia el otoño, de ahí su nombre específico sanguinea. Florece al final de la primavera o en el verano. Las flores son blancas o cremas y vistosas, y aparecen en grupos numerosos al final de las ramillas. Los frutos son negro-azulados, globosos, carnosos, brillantes, del tamaño de un guisante y maduran en otoño. Su aspecto es apetecible, pero no se deben comer porque son tóxicos.

ECOLOGÍA

Se trata de una especie acompañante que aparece en bosques perennifolios o caducifolios, en setos, orlas espinosas, sotos y claros. Necesita ambientes algo sombríos y húmedos, y por eso hacia el sur se refugia en barrancos umbrosos y no muy calurosos, y en arroyos y torrenteras protegido del sol directo. Se cría en suelos tanto calizos como silíceos, siempre que sean frescos y ligeros, sin ser muy exigente en su calidad. Habita desde el nivel del mar hasta los 1300 m aproximadamente.

DISTRIBUCIÓN

El cornejo se distribuye por toda Europa y el suroeste de Asia. En la Península Ibérica aparece muy repartido por toda la franja norte, Sistema Ibérico, Sierra de Gata y disperso en las serranías béticas. Falta en el sureste y en gran parte de Galicia.

MÁS INFORMACIÓN

La madera del cornejo tiene un tono crema-rosado, es de una calidad excelente, muy dura y resistente, buena para fabricar pequeños objetos como instrumentos musicales, mangos y piezas pequeñas torneadas. Además, es de alta calidad para hacer carbón vegetal. Las ramillas nuevas son muy largas y flexibles, parecidas a las de los sauces, por lo que se han usado también en cestería y como tutores en jardinería.

Lo vistoso de su cambio de color en otoño al rojo vinoso, su floración blanca y frutos negros ha hecho que muchas de sus variedades y otras especies del género se reproduzcan en viveros para jardinería y se vean con frecuencia en parques, paseos y jardines. Por otro lado, en algunas zonas del norte de Palencia y Burgos se usa como seto vivo para delimitar las propiedades.

Sus frutos no son comestibles para el ser humano, pues pueden provocar vómitos, pero sí son apreciados por aves y otros mamíferos, que dispersan sus semillas con las heces y favorecen la propagación de la especie. Eso sí, contienen malato cálcico, que se emplea en la industria alimentaria para disminuir la acidez de los alimentos. En algunos pueblos del norte palentino se usó el aceite de sus semillas para elaborar jabón y como combustible en lámparas. Las hojas y la corteza se han empleado para cortar la diarrea (astringentes), para bajar la fiebre (febrífugas) y, por su contenido en ácido salicílico, al igual que los sauces, para reducir los dolores (analgésicas). Por otro lado, hay una infundada creencia popular en Galicia sobre el sambuguiño, por la que se le atribuyen propiedades antirrábicas y por tanto también es conocido como el ‘árbol de la rabia’.

Una especie muy afín y que se usa mucho en jardinería es el cornejo macho (Cornus mas L.), arbolillo originario de Europa y el sudoeste de Asia. No llega a la Península, pues tiene uno de sus límites de distribución occidental en la vertiente norte de Pirineos. Sus frutos maduros son rojos y comestibles, y con ellos se elaboran compotas, jarabes y licores. Tiene el honor de ser nombrado por Homero en sus poemas. Según la mitología griega, Roma fue fundada en el lugar donde golpeó en tierra la jabalina de madera de cornejo lanzada por Rómulo, y un bosque de estos cornejos estaba consagrado al dios Apolo en el monte Ida, en Karneios. Los griegos lo talaron para construir el caballo de madera con el que derrotaron a los troyanos. Tal fue la rabia que le entró a este dios, que en expiación de semejante sacrilegio los griegos instituyeron la fiesta del Karneios, consagrándola a Apolo.

El cornejo figura en la Lista Roja de la flora vascular de Andalucía por su escasez, aunque no está amenazado.

El nombre genérico de Cornus es el nombre latino de los cornejos y deriva de la voz griega krános, cerezo, por la similitud de los frutos del cornejo macho. El epíteto específico sanguinea alude al tono rojo sangre que adquieren sus hojas en otoño.