Avellano (cast.); avellaner (cat.); urritza (eusk.); avelaneiro (gall.); aveleira (port.); common hazel (ing.).
«Los árboles y las flores, las espigas de trigo y los avellanos me hablaban; yo cantaba sus canciones con ellos, y ellos me comprendían, como en casa».
‘Sueño de flautas’, Hermann HesseLa principal utilidad del avellano es el cultivo de sus frutos, que son muy alimenticios y se usan sobre todo en repostería. También de ellos se obtiene un aceite para la alimentación, cosmética, iluminación y como lubricante.
Su madera es un buen combustible y proporciona un excelente carbón vegetal apreciado para la fabricación de pólvora y para dibujar. A veces también se usa como planta ornamental, en la restauración de paisajes erosionados y como protector de otros frutales formando setos.
Por su flexibilidad se usan las ramas o las tiras de su madera en cestería y tonelería, así como para confeccionar varas y bastones. Un dicho popular castellano versa: «Al villano, con la vara de avellano». Otro extremeño dice: «Ni mozo bejarano ni palo de avellano».
También hay ejemplos de refranes catalanes: «Per Santa Margarida, l’avellana és mitjá; per Santa Magdalena, l’avellana és plena» (por Santa Margarita, la avellana está a medias; por Santa Magdalena, está llena). «Per Sant Jaume, l’avellana surt del niu» (por San Jaime, la avellana sale del nido).
Este arbolito aparece en los catálogos de flora protegida o amenazada de las comunidades de Andalucía, Castilla-La Mancha, Extremadura y Madrid.
Corylus era el nombre romano de los avellanos y su fruto, la avellana, y deriva del griego corys ‘casco’, pues le acompaña una cubierta papirácea que se le asemeja; avellana deriva de la ciudad italiana Avella, donde abundaba esta planta.