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Prunus avium

Cerezo

Cerezo (cast.); cirerer (cat.); gereziondoa (eusk.); cereixeira (gall.); cerejeira (port.); wild cherry, sweet cherry, bird cherry, gean (ing.).

Autóctona

«… le dijo que hirviera en agua corteza de cerezo, verdolaga y hojas de frambuesa, y que se tomara la infusión. […] Pero a la tarde del día siguiente, Yonah arrancó unas tiras de corteza de cerezo silvestre…».

‘El último judío’, Noah Gordon

DESCRIPCIÓN

Es un árbol alto y esbelto que llega a alcanzar de forma natural los 30 m de altura, si bien en los ejemplares cultivados no se le deja crecer tanto para facilitar la recolección de las cerezas. No tiene espinas y su corteza es lisa y gris en los ejemplares jóvenes, característica por su estriado horizontal que a veces se desprende en tiras transversales papiráceas. Las hojas son caducas, simples, alternas (este carácter se observa mejor en la parte intermedia de las ramas, pues en los extremos aparecen muy juntas), serradas, terminadas en punta fina y con un rabillo muy largo que tiene dos glándulas rojizas o negruzcas cercanas a la lámina de la hoja. Miden 6-15 cm de largo por 3-8 de ancho. En otoño cambian del verde al ocre, naranja y rojo, lo que confiere al árbol un aspecto característico que muchas veces es lo que nos hace diferenciar a esta especie en el dosel arbóreo de un bosque. Las flores son blancas y nacen en grupos de 2-8 unidades. Los frutos son las cerezas, tienen un solo hueso en su interior y cuando maduran son brillantes y lisas, de color rojo, amarillo o casi negro. Suelen aparecer en parejas colgantes sujetas por un rabillo muy largo. Las silvestres suelen ser menos dulces que las cultivadas, aunque son muy sabrosas y ricas en vitaminas y sales minerales.

ECOLOGÍA

El cerezo habita en los bosques húmedos formando parte de las especies acompañantes de hayedos, robledales, castañares, abedulares, etc. Vive en barrancos, vaguadas o valles, a veces asociado a los cursos de agua. Es indiferente al sustrato, siempre que sean suelos bien desarrollados. Crece desde el nivel del mar hasta los 1500 m aproximadamente, si bien en Sierra Nevada alcanza los 2000 m. Sus frutos son un recurso alimenticio muy importante para muchos animales.

DISTRIBUCIÓN

Habita en casi toda Europa, oeste de Asia y norte de África, aunque debido a su cultivo y a que se asilvestra con facilidad, su área de distribución se ha extendido mucho. En la Península es más frecuente en el norte y se hace una especie de montaña a medida que descendemos en latitud. Son muy conocidos los cerezos cultivados del valle de Jerte, en Cáceres.

MÁS INFORMACIÓN

Su madera posiblemente sea, junto a la del nogal, la más apreciada por los ebanistas. Es dura, fina y de color rojizo.

El cerezo silvestre es la especie originaria de todas las variedades de cultivo y se usa como patrón de injerto por su rusticidad.

Por su vistosa floración y colorido en otoño también se planta mucho como ornamental.

Con las cerezas, además de su consumo en fresco, se elaboran mermeladas y licores como el kirsch, y dicen que alivia o calma las hemorroides, las varices y las resacas después de las borracheras.

En el ámbito literario podemos mencionar la obra dramática de Gabriel Miró Las cerezas del cementerio. O recordar las palabras del escritor Miguel Delibes en El camino: «En otra ocasión, [Germán, el Tiñoso] se desplomó desde un cerezo silvestre, donde acechaba a los tordos, sobre una enmarañada zarzamora, […] Daniel, el Mochuelo, apenas desayunó regresó al pueblo. Al pasar junto a la tapia del boticario divisó un tordo picoteando un cerezo silvestre junto a la carretera». O las del escritor y científico alemán Rudolf Erich Raspe en Las aventuras del barón Münchhausen:«Un año o dos después, volví a pasar por el mismo bosque y, ¡oh sorpresa!, vi un magnífico ciervo que llevaba entre los cuernos un cerezo de diez pies de alto cuando menos».

En el lenguaje popular hay numerosos dichos y refranes que se refieren a las cerezas: «Cerezas y mentiras, unas de otras tiran», que en su versión gallega es «Cereixas e mentiras, unas das outras tiran». La característica de que se enganchen sus rabillos ha generado otras variantes de estos dichos populares: «Las cerezas, tiras de una y te vienen cincuenta»; «Los pleitos son como las cerezas; toman pocos y vienen muchos tras ellos»; «Las desgracias son como las cerezas: de unas a otras se llevan». Y este otro gallego: «As cereixas, tras una vez coarenta».

El cerezo está incluido en los catálogos de flora protegida de Andalucía, Castilla-La Mancha y Madrid.

Prunus era el nombre romano del ciruelo y el que se dio después también a las especies de frutos semejantes con un hueso; avium deriva de avis, que significa ‘aves’, aludiendo a que este grupo de animales es un gran consumidor de sus frutos.