Granado (cast.); mangraner (cat.); minglana (eusk.); miligrandeira (gall.); miligrandeira (port.); pomegranate (ing.).
«¡Granados en cielo azul! / ¡Calle de marineros! / ¡Qué verdes están los árboles, / qué alegre tienes el cielo!».
‘Granados en el cielo azul’, Juan Ramón JiménezSe ha cultivado desde antiguo como árbol frutal, para la formación de setos y como ornamental en jardinería. El zumo de la granada es muy refrescante, diurético y contiene muchas sales minerales. De él se obtiene un jarabe con el que se elabora la granadina.
El Corán dice que su fruto purga de odio y de envidia.
Miguel de Cervantes, en El Quijote, escribe sobre Sancho en boca de su amo: «Verdad es que cuando él tiene hambre parece algo tragón, porque come apriesa y masca a dos carrillos; pero la limpieza la tiene siempre en su punto, y en el tiempo que fue gobernador aprendió a comer a lo melindroso: tanto, que comía con tenedor las uvas y aun los granos de granada».
El escritor estadounidense Nathaniel Hawthorne narra en el cuento Las semillas de la granada: «… y después de buscar por todo el mundo, el criado del rey Plutón sólo halló una granada, y para colmo de males tan reseca, que era incomestible. […] En cuanto Proserpina vio la granada en la salvilla de oro, conminó al criado a llevársela…».
En La vuelta al mundo en ochenta días, Julio Verne relata: «Finos, iguales y blancos, sus dientes resplandecen entre las sonrisa de sus labios, como gotas de rocío en el seno medio cerrado de una flor de granado».
Lord Byron escribe en El corsario: «Apenas Conrado tuvo tiempo para dirigir unas palabras a la trémula Gulnara con el fin de tranquilizarla». Gulnara es un nombre de mujer que significa literalmente ‘la flor del granado’.
Punica es el nombre que los romanos daban al árbol y sus frutos, y deriva de la ciudad de Cartago, pues el latín Punicus, -a, -um, quiere decir cartaginés, púnico, de Cartago. El epíteto granatum también es nombre latino y alude a los granos de su fruto.