Quercus canariensis
Quejigo andaluz
Quejigo andaluz, roble andaluz (cast.); roure africà (cat.); ametz (eusk.); carvalho-das-Canárias (port.); Algerian oak, Mirbeck's oak (ing.).
Autóctona
¿SABÍAS QUE…? El nombre de canariensis se le dio por un error en el etiquetado, pues la muestra que sirvió para describir la especie se creyó recogida en Canarias, de donde este árbol no es autóctono.
ECOLOGÍA
Las formaciones de quejigo andaluz en ocasiones van acompañadas de alcornoques, quejigos, melojos u otros robles. Requieren climas suaves, húmedos y suelos bien desarrollados silíceos o desprovistos de cal. Aparecen en lugares resguardados y frescos, como vaguadas o márgenes de arroyos, hasta los 700-900 m en la Península, aunque alcanza los 1600 m en el Atlas marroquí. Ahora bien, sin alejarse demasiado de la influencia marítima, razón por la que no penetran mucho en el interior peninsular.
DISTRIBUCIÓN
Especie endémica de la Península Ibérica y noroeste de África. En España se distribuye por Andalucía occidental, Sierra Morena, algunos puntos de los Montes de Toledo y por el norte llega hasta Cataluña. En Portugal hay que destacar los quejigares de la Sierra de Monchique en el Algarve. Una de las mejores formaciones de este roble aparece en las sierras del sur de Cádiz asociada a encinas y alcornoques, donde forma dehesas y bosques mixtos de gran belleza.
Al igual que otras especies de Quercus, su madera y corteza se ha empleado en general para los mismos fines: carboneo, traviesas, duelas de toneles, construcción, leña, curtientes, etc., aunque en menor proporción debido a su área más restringida.
Las ramas tiernas y bellotas se usan como forraje para el ganado, en especial en montanera para el porcino.
Esta especie está en los catálogos de la flora protegida o amenazada de Portugal y de las comunidades de Andalucía, Castilla-La Mancha y Extremadura.
Quercus era el nombre romano de los robles en general y de su madera, y por extensión de todos los árboles que producen bellota. El origen del vocablo es celta y significa ‘árbol hermoso’. El epíteto específico
canariensis alude a su origen, pero en realidad no procede de Canarias (ver cita inicial). Sin embargo, las reglas de nomenclatura dan prioridad a este nombre, que debe mantenerse.